El Maldonado, la historia del modesto arroyo que salvó a la ciudad

Con apenas 6 kilómetros de recorrido, nacido en el parque de Mayo, el arroyo Maldonado –reconvertido en canal– pasó de ser «el hijo perdido del Napostá a custodio de las crecidas de ese arroyo.

Es cierto que fue insuficiente. Pero de no ser por el Canal Maldonado las lluvias del pasado viernes 7 hubiesen arrasado literalmente la ciudad. Por su recorrido de 6 mil metros corrió el 90% del agua acumulada, mientras el Napostá colapsaba y ganaba paseos y calles.

El Maldonado fue siempre un arroyo, modesto, apenas un hilo de agua en un zanjón que la naturaleza abrió con el agua del Napostá que, ingresando a gran velocidad desde la zona serrana, a la altura del parque de Mayo seguía un camino recto hacia el estuario.

No existen muchos datos de los arroyos del país, pero posiblemente el Maldonado se ubique entre los de menor recorrido.

Es habitual que no figure en los mapas más antiguos que pueden verse de la ciudad, que generalmente cubren una planta urbana reducida. No está indicado, por caso, en el relevamiento de 1885 del agrimensor Pedro Pico, donde se ve ingresar al Napostá por el llamado Bañado de Jiménez (actual parque de Mayo) y abrirse en dos brazos.

Una mención que hay de este curso de agua data de 1884, año en que se registró una de las primeras inundaciones importantes como consecuencia de la crecida del Napostá por las lluvias en la zona serrana. Ese año se consideraron dos alternativas para que este arroyo tuviese ayuda cuando crecía su caudal.

“Se podría construir una canal que saliera del Napostá a media legua del pueblo y que por medio de un acueducto cruzara el llamado Bañadode Jiménez (actual parque de Mayo) hacia un depósito en alguna quinta al oeste. Con un canal se podría fácilmente poner luego en comunicación con su perdido hijo, el Maldonado”, publicó un diario de la época.

La segunda idea, “más fácil y menos costosa”, era abrir con mayores proporciones el retazo del Maldonado que con el andar de los años se había tapado completamente entre el mencionado Bañado y la quinta Pronsato (a la altura de actual calle Don Bosco). El canal a abrir tendría un recorrido de ¾ de legua”.

Vale decir que desde fines del siglo XIX la idea de canalizar el Maldonado estuvo presente.

Sin embargo no sólo no se llevó a la práctica, sino que en 1906 los compradores del Bañado trazaron el parque Municipal tapando por completo su cauce. Para compensar esa ausencia construyeron un dique contiguo al puente ferroviario, que crearía un embalse para regular las crecidas del Napostá. Esa solución fue un fracaso. La primera crecida importante arrasó con el dique e inundó el parque.

Almonacid y Pronsato

En 1908 el Napostá anegó la ciudad, con el agravante que ya se habían asentado las primeras viviendas en Villa Mitre, Bella Vista y Tiro Federal, barriadas ubicadas dentro de su línea de ribera, dentro del espacio que ocupa el agua en cada crecida.

El ingeniero Vicente Almandos Almonacid, director de Obras Públicas de la Municipalidad, advirtió la preocupante situación.

“Por ley física, una masa de agua tiende a correr en línea recta, por eso el verdadero desagüe del Napostá es el Maldonado, por donde debe correr al menos la mitad de su caudal. De estas observaciones se concluye que el Maldonado debe habilitarse de nuevo, pensando un tratamiento paisajístico en su paso por el parque y profundizando el lecho”, señaló en una nota dirigida al intendente Municipal.

Almonacid se fue de Bahía Blanca en 1911, había llegado en 1906 contratado por el colegio Nacional. Cuando visitó la ciudad en 1929, siendo director de la Aeroposta Argentina y acompañando al piloto y jefe de línea Antoine de Saint Exupéry, descubrió que todo estaba como era entonces y que cada lluvia seguía inundando paseos, barrios y calles.

En 1914 fue el ingeniero Domingo Pronsato quien alertó sobre el riesgo que se cernía sobre Bahía Blanca luego de que una intensa lluvia local generara el desborde del Napostá, dejando barrios bajo el agua, correntadas, puentes en peligro y ríos imponentes corriendo por la avenida Alem y Cuyo.

“Bahía Blanca no se ha dado cuenta del riesgo que ha corrido. Los daños y perjuicios de la creciente hubiesen sido peores si la lluvia se hubiese extendido a la cuenca del Napostá. En ese caso no hubiese quedado una sola cuadra de afirmado y ciento de casas hubieran sido visitadas por las aguas desbordadas”.

Pronsato mencionó que la naturaleza había proporcionado al Napostá un “talweg” (un camino por donde van las aguas de las corrientes naturales), y ese talweg era el Maldonado, cuyas barrancas en su desembocadura “demostraban el rol ejercido en cada creciente de su hermano mayor”.

Al igual que Almonacid, Pronsato señaló que ese “desahogo natural”—por el Maldonado– había sido destruido con “un obstáculo artificial y costoso: el parque de mayo”. Mencionó la necesidad de contar con un embalse, el cual, dijo, nunca se hizo por tener “poca apariencia”. “Otras obras más vistosas se han ejecutado, pero ahora pagamos las consecuencias que se hubiesen podido evitar. La naturaleza enseña, ojalá la lección fuera de algún provecho”.

Llega el canal

Cuando en 1946 llegaron los técnicos de la dirección de hidráulica provincial para estudiar la situación antes de iniciar la reapertura y profundización del Maldonado , se encontraron con varias situaciones complejas. Por un lado, decenas de viviendas construidas sobre su cauce, por otro, varios vecinos habían tendido cercos de alambre sobre el lecho seco, dando continuidad a sus patios y generando quintas donde plantaban acelgas y otras verduras silvestres que por la humedad del suelo crecían con facilidad en ese terreno.

En 1948 las topadoras comenzaron la construcción del canal, desde el estuario hacia calle Don Bosco. El arroyo pasó entonces a correr por un canal y cumplir el papel de “aliviador”.

Su diseño respondió a la estimación de lluvias de diez años para transportar 260 m3/seg, seis veces la capacidad que se le asignó al Napostá.

 

La obra se terminó en 1951 y la primera lluvia importante en la zona serrana ocurrió en 1955. En esa ocasión el Maldonado se llenó por completo, el Napostá tomó su parte y luego de décadas ningún barrio se inundó.

El nombre, femenino

No hay documentación que explique con certeza alguna por qué el nombre de Maldonado. Lo puede haber tomado del arroyo homónimo de la Capital Federal, entubado entre 1929 y 1933 bajo la Avenida Juan B. Justo, con un recorrido de 5 km hasta su desembocadura en el Río de la Plata.

De ser así, su nombre deriva de la leyenda de “la Maldonado”, una mujer que vino de España en 1536. Se dice que la mujer huyó al campo a causa de la hambruna que padecía Buenos Aires y estando refugiada en una gruta ayudó a una puma a tener cría. Luego, para poder comer, se unió a los indígenas. Cuando fue capturada por los españoles, como castigo la ataron a un árbol en las orillas del arroyo, esperando sea devorada por los yaguares. Cuando retornaron a buscar su cadáver la encontraron viva y cuidada por pumas.

Un documento de 1730, menciona varias propiedades que se extiendían “desde el pago de la Matanza hasta la boca de la cañada que llaman de Maldonado». Si ese es el origen, el Maldonado es masculino por ser arroyo y es femenino por quien le dio su nombre.

En 1908, el ferrocarril Bahía Blanca al Noroeste bautizó con el nombre de “Coronel Maldonado” a una estación del Km 7,45. En ese caso la referencia es al coronel Salvador Maldonado, que tuviera participación en varias campañas militares. Este oficial falleció en 1891, cuando el arroyo Maldonado ya era Maldonado.

(Fuente La Nueva)