El preocupante presente del River de Gallardo que parece encaminarse a un fin de ciclo

El entrenador no logra encontrarle la vuelta a un equipo que no brinda respuestas en el campo de juego y muchos hinchas “millonarios” se preguntan hace rato si podrá revertir la situación. El último domingo hubo insultos en el Monumental

Un simple dato que en otro momento hubiera sido irrelevante para los hinchas de River Plate sirve para ejemplificar el presente del conjunto de Núñez: ayer, en el cierre de la fecha 12 del torneo Clausura de la Liga Profesional muchos simpatizantes millonarios estuvieron pendientes del resultado de Platense-Riestra, ya que si los dirigidos por Gustavo Benítez llegaban a imponerse en Vicente López ese triunfo les iba a permitir superar en la tabla anual a los de Marcelo Gallardo, dejándolos, al menos por el momento, afuera de los puestos de clasificación a la Copa Libertadores.

El partido finalmente terminó igualado 1 a 1 y River mantuvo esa posición de privilegio. Así viven el presente los hinchas riverplatenses, mirando resultados ajenos -como el de Riestra, que justamente hace poco logró un histórico triunfo en el Monumental-, ya que el equipo dirigido por el Muñeco está muy lejos de aquel conjunto arrollador de su primer ciclo que inscribió su nombre a fuerza de alegrías en las páginas de gloria millonarias. Esas gestas convirtieron a Gallardo en estatua -literal-, pero el contraste entre aquel entrenador del bronce y este, de carne y hueso, es cada vez más notorio. Aquel Gallardo, el que arrancó con el buzo de DT riverplatense en 2014, alcanzó logros históricos, como dos Copas Libertadores, una nada menos que derrotando a Boca en la final, disputada en Madrid. Este también está haciendo historia, pero de esa que queda registrada en la estadística negativa.

En este rubro se consignan caídas contras rivales de menor valía jugando en condición de local -Riestra, Sarmiento-, con el agravante de que se produjeron frente a un público que nunca falla y suele llenar el estadio Monumental, que luce a pleno cada fin de semana. Se trata de derrotas en serie que remiten a épocas lejanas, nada menos que del pre-descenso. De hecho, el conjunto de Núñez atraviesa su peor racha en 15 años. Un dato curioso: la última vez que perdió cuatro partidos seguidos fue en 2010, cuando Gallardo todavía era jugador.

De todos modos, las estadísticas, si bien sirven para reflejar momentos, son solo eso, estadísticas. Lo peor para los fanáticos de River en este momento es asimilar una incógnita que cada domingo se hace más dolorosa: ¿está Gallardo en condiciones de dar vuelta la historia? ¿O se está ante un irreversible fin de ciclo? De más está decir que si Gallardo llegó hasta acá -otra nueva eliminación de Copa Libertadores sin atenuantes, flojos rendimientos, caídas frente a rivales débiles, un presupuesto superlativo usado a pleno, falla en la elección de jugadores y un largo etcétera- es solo por su apellido glorioso y por su ancha espalda, productos de su brillante pasado con el buzo que supieron calzarse otros notables, como Ángel Labruna, el Bambino Veira y Ramón Díaz.

Los hinchas, primero por lo bajo, y ahora cada vez más desembozadamente, cuestionan sin dudar al Muñeco, a quien ven con otro semblante, golpeado, con un discurso ya que no parece convencer, ni a sus dirigidos ni a los que ocupan cada domingo las tribunas. La palabra fue un arma clave de Gallardo en el pasado. En épocas de gloria, cuando el equipo se mancaba, o había un traspié, las arengas del entrenador, sus llamados a “creer” en el equipo alcanzaban para inflar el pecho y mirar el futuro con optimismo. Tanto sus dirigidos como los hinchas confiaban plenamente en el efecto motivador del DT. Esa magia ya no surte efecto y algunos hasta dicen que duele escuchar las conferencias del entrenador. Los insultos del último fin de semana en el Monumental estuvieron dirigidos a los jugadores -nadie se atrevería a personalizarlo en Gallardo-, pero aquellos que conocen el paño dicen que esos dolorosos cánticos también estuvieron destinados para él.